El barrio Powderhorn del sur de Minneapolis ha sido un lugar de refugio para mí durante los últimos cuatro años. La gente, el sentido de comunidad, los árboles altos, el arte y los pequeños negocios excéntricos han hecho de Powderhorn más que un lugar. El barrio tiene una corriente colectiva que recorre mi cuerpo y me hace sentir conectada a algo más grande, algo más significativo.
25 de mayo de 2020. Un día de injusticia. Un día de dolor. A medida que la comunidad de Powderhorn (y eventualmente el mundo) procesaba una marejada de emociones provocadas por el asesinato de George Floyd, las suposiciones comenzaron a fluir. Se elaboraron narrativas sobre lo que fue, lo que es y lo que debería ser. La gente empezó a llegar a este barrio con la esperanza de captar la esencia del momento, pero encontré poca verdad en lo que me decían. Gran parte de lo que vi en la televisión, en las noticias o en personas fuera de Minneapolis se basó en miedos y suposiciones, más que en un lugar de curiosidad y preocupación. A continuación comparto algunas reflexiones complejas sobre lo que vi: desesperación y esperanza; miedo y valentía; incertidumbre y acción.
Desesperación y esperanza
El 26 de mayo, caminé un poco hasta la intersección donde asesinaron a George Floyd, privado de la capacidad de respirar durante más de nueve minutos. Asistieron miles de personas, con máscaras y sin saber qué hacer excepto compartir espacio y llorar. El aire estaba pesado. Sabíamos que esta tragedia estaba indisolublemente ligada a nuestro turbulento pasado como país. Vi lágrimas, abrazos e ira, y escuché gritos de tristeza. Cuando la multitud comenzó a marchar lentamente y un organizador tomó un micrófono, hubo un momento en el que el ambiente pasó a la esperanza. Espero que esto no vuelva a suceder. Espero que nuestras voces y acciones colectivas puedan detener esta historia repetida de una vez por todas.
Una multitud se reúne en la plaza George Floyd. Crédito de la foto: REUTERS/Eric Miller
Miedo y valentía
En las semanas posteriores al asesinato, mi percepción del tiempo y de la realidad comenzó a distorsionarse. Se quemaron negocios y edificios en Lake Street. Mientras estaba despierto por la noche, podía oler los escombros humeantes de mi casa y ver el brillante resplandor del fuego desde mi dormitorio. Medios de todos los rincones del mundo acudieron a Powderhorn, intentando descubrir exactamente qué estaba pasando. Se activó la Guardia Nacional y se implementó un toque de queda. Se corrió el rumor de que supremacistas blancos estaban organizando un ataque contra el barrio y la ciudad.
Había miedo. Algunos vecinos huyeron. Algunos agarraron armas. El miedo era como una niebla invisible que se deslizaba lentamente. Recuerdo una manifestación sobre seguridad pública en Powderhorn Park, donde este miedo pareció transformarse en valentía. Los líderes comunitarios identificaron planes: ponerse en contacto con sus vecinos; riega tu césped; tener vigilancia vecinal; saber cuando partir. La comunidad metafóricamente se tomó de la mano y eligió la valentía, porque, como tantos otros que han sido perjudicados por la injusticia en el pasado, no teníamos otra opción.
“La comunidad, metafóricamente, se tomó las armas y eligió la valentía, porque, como tantos otros perjudicados por la injusticia en el pasado, no teníamos otra opción”.-TIM MURPHY
Incertidumbre y acción
Una vez que se apagaron los incendios y los miembros de la comunidad tuvieron tiempo de evaluar los daños, hubo una sensación de pausa. Muchos no sabían qué hacer, dónde pedir ayuda o cómo sentirse. En respuesta, muchos de mis vecinos hicieron lo único que pudimos en ese momento: tomar un montón de rastrillos, escobas, botes de basura y otros materiales de reparación y dirigirnos a Lake Street. Lo que encontramos fue increíble: personas entrando en acción, sin esperar instrucciones o direcciones.
Joan Baez dijo una vez: "La acción es el antídoto contra la desesperación". Nuestra comunidad aceptó plenamente esas palabras durante las siguientes semanas. Incluso en medio de una gran tragedia, pudimos ver la belleza de Powderhorn y su gente.
El año pasado ha sido uno de complejidad y contradicción, en nuestro vecindario y nación. Para mí, es un recordatorio de lo que debemos hacer para vivir la misión de McKnight, para promover un futuro más justo, creativo y abundante donde las personas y el planeta prosperen. Junto con nuestras comunidades, podemos aceptar la complejidad y explorar las contradicciones. Podemos escuchar a quienes están más cerca del problema y la cuestión. Y nunca debemos buscar la verdad de forma aislada. Si trabajamos para lograrlo, podremos avanzar hacia una comprensión más profunda, soluciones más duraderas y, en última instancia, un tejido social más fuerte que nos permitirá prosperar para las generaciones venideras.
Este ensayo es parte de un serie de reflexiones en primera persona Nuestros colegas comparten sobre George Floyd y el movimiento por la justicia racial.